Sus amigas iban a buscarla a su casa todos los días, pero ella se negaba a salir de su habitación, lo tenía decidido.
Los padres muy preocupados fueron a hablar con cientos de médicos para buscar una solución, pero por muchas cosas que les decían, nada funcionaba para que la niña volviera a jugar. Estaban desesperados, así que se llevaron a la niña a un centro para niños locos. Elena ni siquiera sabía que esos centros existieran, le parecía una tontería.
-Niños locos -decía, -seguro que son normales como yo, los locos son los demás.
Cuando llegó al centro, veinte niños y veintidós niñas le hicieron un pasillo para recibirla colocándose a los dos lados.
-¡Nueva, nueva, nueva, nueva! -decían mientras Elena caminaba entre ellos.
-¡Menuda tontería, qué aburrimiento de centro, estos niños no son normales como yo!.
La llevaron a su dormitorio y se metió en la cama para dormir un poco, cayendo en un profundo sueño.

-Corre, levanta ya de la cama, dormilona-dijo uno de ellos.
-Ven con nosotras-dijo un hada cogiéndola de la mano. –Mírate en el espejo.
Elena hizo caso de lo que el hada le decía y al contemplarse se dio cuenta de que era una hermosa hada como todas las demás niñas.
-¡Oh, es fantástico! ¿Dónde está el truco?
-No hay truco, se llama magia. Fue creada para que los niños y niñas del mundo puedan ser felices, pero, ¿es que no conoces la historia? –Dijo una de las hadas.
-Pues no, nadie me la ha contado -dijo Elena.
El duende más pequeñito corrió para colocarse delante de ella y empezó a contarle la historia.
-Verás, hace mucho tiempo, cuando todavía no existían las personas, las estrellas jugaban en el jardín de la noche. Su papá, el sol, les había comprado miles de juguetes porque no podía disfrutar de ellas. Cuando despertaban, el sol tenía que dormir, pues había pasado todo el día trabajando dando calor al planeta. Las estrellas tenían tantos juguetes que acabaron aburridas…
-¡Como me ha pasado a mí! –interrumpió Elena.
El duende prosiguió con la historia.
-Entonces la mamá luna decidió deshacerse de todos los juguetes y fue entonces cuando creó la magia. Desde entonces las estrellas viven dentro de ella y por las noches, a los niños que nos aburrimos de tener tantos juguetes nos convierten en seres fantásticos para que podamos ser felices.
-Pero es nuestro secreto –dijo un hada.
Elena sonrió después de mucho tiempo sin hacerlo. A la mañana siguiente, cuando salió el sol y volvió a ser una niña disimuló su alegría y puso cara de triste para que nadie la sacara nunca jamás de aquel centro de niños locos que resultó ser el único sitio normal que había en el mundo.
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